Vivir desde tu maestría significa saber que eres un instrumento de la divinidad y que todo el camino de tu alma en la separación – conocimientos, talentos, capacidades, relaciones y también condicionamientos – puede estar al servicio de la vida.
Es una gran sabiduría, que está a nuestra disposición siempre y que nos hace, a cada uno de nosotros, únicos y especiales, merecedores de paz, amor, salud, abundancia y felicidad.
ero la maestría consiste en reconocer que la Inteligencia Universal es lo único real y es sumamente superior a nuestra mente, a nuestro poder, y deberíamos permitirla actuar a través de nosotros desde la escucha, desde el silencio, aquietando nuestra mente y abriendo al corazón, con intención y entrega, para que ese sentir, decir, hacer, comunicar o materializar, sean al servicio del bien común. O sea, ya no somos los protagonistas, el Ego es meramente funcional y algo mucho más grande que es el Ser, la Fuente o la divinidad, fluye cada vez más libremente a través de nosotros.
Para mí, no hay una forma más noble para vivir, una felicidad más grande para alcanzar, algo más importante que un ser humano puede experimentar.
Así fueron concebidas las obras grandes de la música, el arte, las letras, la filosofía, la ciencia, a veces desde el sentido de religiosidad profunda o mística, en la comunión con el Ser o al servicio de la posteridad.
Sin embargo, también podemos vivir así en persona, con nuestras relaciones particulares, en el entorno familiar o laboral, si nos salimos del “yo pequeño” y permitimos eso algo tan grande y maravilloso fluir por nosotros.
En este camino implica una toma de conciencia para convertir lo personal en universal y muchos seres humanos lo están haciendo con su vida en estos tiempos y hasta con su proceso de muerte y trascendencia.