Amo este Dios, que está en ti,
que está en mí,
por encima y por debajo de la piel.

No me importa quién
entra por dónde o cómo
mientras Eso
está en el aire que respiramos:
la caricia del viento
en la copa del árbol
que nos sacuda desde la raíz.

Me siento compenetrado
por la existencia,
que no cesa de contarme
cómo tú eres yo
y yo, aquella mujer,
cuyos secretos
se revelan ahora por mis dedos.

Tus pechos como alas
me refugian de la memoria
de haberte perdido
en estas historias insípidas
del subconsciente.

Amada,
mis ganas de desprender,
de entregarme al placer
de simplemente ser
en el amor,
me han arrebatado
en la desnudez del alma
y nos han presentado a los dos
con este nuevo vestimento:
El universo es el cuerpo de Dios.

© Avihay Abohav Abohav,  dedicado al Amor de mi vida.

El amor tántrico