La vida me libera
de la misma vida
inconsciente en mí.
Como un bebé
me tropiezo con la facultad humana
de inventar alguna identidad,
me caigo y me levanto,
a veces dolido,
pero con una sonrisa
de reconocimiento y gratitud.
Amablemente,
la lluvia borra detrás
cada huella del camino
para que no pueda concebirme
desde el pasado.
Avanzo cabalgando
entre despertares sencillos,
entre respiraciones de plenitud,
en un sendero irreversible
para sanar el apego
a la zona de confort.
Ahora soy un hombre embarazado
por la verdad y de por vida,
y me pongo a parir
a los instantes de alegría y confusión
con mi voluntad de empujar
el amor
desde mi corazón.
La realidad
me salva de lo irreal,
la muerte me lleva a la inmortalidad,
y la oscuridad emana esa luz
de la No Dualidad,
que me permite vivir como humano,
abrazado por la compasión
del Renacimiento en el Ser.